La semana pasada me inscribí en unas clases gratuitas de flamenco. Ayer fui a la primera. Me gustó la clase y la profe, sin embargo la "administración" de la academia era media penca.
Entre las asistentes había de todo: una mina "shuuuper engrupía" que llevaba puesta una sudadera con un estampado de bailaora. Llevó también su propia falda, pero yo la encontré harto fea, era muy recta. Por supuesto que se puso en primera fila y que puso cara de emocionada cuando la profe le pidió que se pusiera más adelante.
Había otra, de las típicas que se quieren hacer notar en todas partes: apenas entré a la oficina a registrar mi asistencia le gritaba a too chancho a otra "es que estoy segura que te conozco!!!!!"..a ver, dime, dime ¿eras de la pastoral?...hay no se...es que tu cara...y bla, bla, bla. Después de que terminó la clase se quedó ensayando (burps!)...o más bien....hello!!! es una clase de prueba, no estai preparando una gala!!!.
Y yo..que sólo fui a disfrutar. Saqué con cierto orgullo mis tacones que estaban empolvados hace años. Cuando me los estaba poniendo una mina que estaba sentada en frente de mí, sacó también los suyos y me sonrió, como queriendo decir "ah, tú también bailas".
Cuando estábamos en la clase la miré de reojo y bailaba como yo.
Finalmente, debo decir que encontré que mis brazos se ven demasiado largos en comparación a mi cuerpo. Y que quiero seguir asistiendo.
Descerrajando el viento y apedreando al sol
martes, 1 de marzo de 2011
lunes, 28 de febrero de 2011
Por qué me hice un blog...
Como no fui a prekinder y como mi primera infancia estuvo a cargo del "Nino", aprendí a leer a los cuatro años. A escribir, no recuerdo la edad, pero debe haber sido por ahí también. El punto es que toda mi vida escribí, pero escribí como una forma de terapia, para ahuyentar esos cucos que a uno le van cagando cada etapa de la vida, y dejé de escribir cuando ya no aguantaba más. Eso fue a los 18 años.
Hoy tengo 27, y quiero volver a escribir. No se si precisamente como una terapia, pero dado que diario de vida no puedo tener (mi curioso amorcito lo leería, de eso estoy segura) creo que este es un buen espacio para sacar de mí algunas cosas que pienso, que me pasan...cosas que pienso de la gente, etc.
El nombre del blog es un verso de una canción de Joan Manuel Serrat que se llama "Mi niñez". Amo esa canción. Amo a Serrat. Y amo la sensación que me produce escucharla.
Si alguien lee esto (me da plancha decirle a mis amiguis que me hice un blog), le dejo la letra de la canción:
Mi niñez
Tenía diez años y un gato
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.
Tenía un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.
Tenía un cielo azul y un jardín de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendí a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.
Tenía una casa sombría,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabía
de mi ambición de ser cura.
Tenía un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.
Y en julio, en Aragón, tenía un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maíz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.
Tenía cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un "Paris-Hollywood" prestado y mugriento
escondido entre mis libros.
Tenía una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.
Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.
Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?
peludo, funámbulo y necio,
que me esperaba en los alambres del patio
a la vuelta del colegio.
Tenía un balcón con albahaca
y un ejército de botones
y un tren con vagones de lata
roto entre dos estaciones.
Tenía un cielo azul y un jardín de adoquines
y una historia a quemar temblándome en la piel.
Era un bello jinete
sobre mi patinete,
burlando cada esquina
como una golondrina,
sin nada que olvidar
porque ayer aprendí a volar,
perdiendo el tiempo de cara al mar.
Tenía una casa sombría,
que madre vistió de ternura,
y una almohada que hablaba y sabía
de mi ambición de ser cura.
Tenía un canario amarillo
que sólo trinaba su pena
oyendo algún viejo organillo
o mi radio de galena.
Y en julio, en Aragón, tenía un pueblecillo,
una acequia, un establo y unas ruinas al sol.
Al viento los ombligos,
volaban cuatro amigos,
picados de viruela
y huérfanos de escuela,
robando uva y maíz,
chupando caña y regaliz.
Creo que entonces yo era feliz.
Tenía cuatro sacramentos
y un ángel de la guarda amigo
y un "Paris-Hollywood" prestado y mugriento
escondido entre mis libros.
Tenía una novia morena,
que abrió a la luna mis sentidos
jugando los juegos prohibidos
a la sombra de una higuera.
Crucé por la niñez imitando a mi hermano.
Descerrajando el viento y apedreando al sol.
Mi madre crió canas
pespunteando pijamas,
mi padre se hizo viejo
sin mirarse al espejo,
y mi hermano se fue
de casa, por primera vez.
Y ¿dónde, dónde fue mi niñez?
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